Roberto Rossellini dirigió en
1947 “Germania anno zero”, en la que enfoca la desesperación del pueblo alemán
que ha perdido la guerra y que vive en ciudades destruidas por los bombardeos.
En “Roma, cittá aperta” desarrolla la
idea de la esperanza de la liberación de Italia frente a la ocupación Nazi, en “Alemania
año cero” en foco se dirige a la desesperación de los habitantes de una Berlín desmoralizada, desesperada, destruida, donde los servicios públicos se
encuentran racionados y la ciudad se encuentra invadida por ingleses,
estadounidenses y franceses. La desesperación recorre como un espectro una ciudad destruida y jaqueada por
el mercado negro y la delincuencia.
La
película inicia con unas palabras del mismo Rossellini que señalan que no se
trata de justificar ni de juzgar al pueblo alemán, aquél que se embarcó años
antes en la empresa propuesta por Hitler, sino más bien se trata de hacer una
presentación de los hechos. Pero además, dice que si la película consigue
movilizar al espectador a hacer algo para que las cosas mejoren, el director se
puede dar por satisfecho. De esta manera la película se presenta como una aguda
observación de la crudeza de la situación que se vive en Berlín, pero es una
observación que describe con belleza y agudeza la situación. El tratamiento de la desesperación es directo,
pero desde un punto de vista moralmente comprometido, cosa que enmarca el
relato dentro de un profundo respeto.
La
historia se centra en los esfuerzos de Edmund Këler, un joven de apenas doce
años de edad que se ve forzado a mantener prácticamente solo a su familia,
compuesta además de un hermano
excombatiente nazi –quien se resiste a reportarse ante las nuevas autoridades
por temor a que sea juzgado militarmente por su pasado- , un padre anciano y enfermo
que se siente un estorbo para la familia que busca en valor para suicidarse y
una hermana que se dedica a una actividad que linda con la prostitución. Los esfuerzos
de Edmund por conseguir ingresos y alimentos para aportar en el mantenimiento
de la familia, especialmente del cuidado de su padre, a quien ama
profundamente, fracasan una y otra vez: no logra acceder a un trabajo
remunerado y sus intentos por vender cosas en el mercado negro fracasan, porque
se ve rápidamente burlado por pillos que le arrebatan los objetos que intenta
vender. Estas experiencias lo conducen a asociarse con juvenes delincuentes.
En
un determinado momento se reencuentra con un antiguo profesor, el sr. Enning,
quien sigue manteniendo las ideas del partido nacional socialista,
especialmente la creencia biologicista de la superioridad de unas razas sobre
las otras, junto con la idea de que los débiles deben desaparecer y abrir paso
a los fuertes, y la idea de que la democracia es un sistema político
infinitamente inferior del régimen autoritario que Hitler había impuesto en Alemania.
Este conjunto de ideas lleva a un conjunto de reflexiones sobre la conveniencia
de eliminar a los más débiles para que los más fuertes puedan sobrevivir en el
contexto de la inmediata postguerra, y en la pregunta en cómo ha sido posible
que los partidarios de Hitler hayan pasado de ser Nacional Socialista – algo de
lo que sentían orgullosos – a pasa a ser Nazis –algo que los conducía a la
vejación, a la vergüenza y al
ocultamiento.
El
encuentro de Edmund con su antiguo maestro dirige la película a la reflexión política,
al mismo tiempo que hace que el joven adolescente comprenda que debe de tomar
decisiones radicales para salir de la situación de desesperación en la que se
encuentra. El fina es dramático y el ojo de Rossellini adquiere una dimensión empática
con los personajes y sus sufrimientos profundos que conduce al director italiano
a un compromiso moral sólido, que se expresa con todos los pueblos desesperados
a causa de situaciones análogas. La grandeza de Rossellini brilla con toda su
intensidad, porque no es un espectador frio
e imparcial, que juzga negativamente lo que ve, sino que se siente
profundamente comprometido con la realidad de sufrimiento que observa en su
época. Tal vez ese es su aporte al
neorrealismo italiano, aporte que va a impregnar esa escuela cinematográfica.
El neorrealismo no se limita a observar la realidad de desesperación, ni
tampoco se queda en la actitud de juzgar moralmente la conducta de los agentes,
sino que se encuentra altamente comprometido con los sufrimientos de las
personas, independientemente de sus puntos de vista o ideologías. La mirada de
Rossellini no es fría, inquisitiva ni cínica, sino profundamente humana, que
tiene como objetivo mostrar al mundo una realidad que no debe ser olvidada ni
pasada por alto. Sus películas son un acerbo documental para que la memoria
clame por no se acallada por las modas
sociales ni por los intereses políticos.
Etiquetas: Alemania año cero, desesperación, mirada comprometida moralmente, Neorrealismo italiano, Roberto Rossellini, situación alemana después de la guerra
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