Quizá la película que dio cuerpo
al neorrealismo italiano fue la Roma ciudad abierta, de Roberto Rossellini. Si
bien, antes de ésta Rossellini produjo Paisá, película en la que relata el
proceso de liberación de Italia de la ocupación alemana por parte de las
fuerzas aliadas, que ingresan en la península por el sur (Sicilia), en Roma
ciudad abierta se cuenta, a través de personajes ficticios, la ocupación Nazi
en Roma y el intento alemán de desmantelar las fuerzas de la resistencia
Italiana contra el gobierno de ocupación. La actuación de los actores es
notable, destacando sobre todo la de la legendaria Anna Magnani y la de Aldo
Fabrizzi. Pero es más notable aún la dirección de Rossellini, a quien Martin
Scorssese no duda en paragonar con Einsenstein. La fuerza del director italiano
es poderosa y ha marcado el cine mundial de manera inequívoca.
Roma
ciudad abierta es una película que no concede, y su realismo es poderoso y
desgarrador. La ocupación alemana de
Italia que relata y los esfuerzos por articular un grupo de resistencia son
elementos que se articulan con los esfuerzos de las fuerzas de la ocupación de
desactivar la a la organización Padana que dirige la resistencia, utilizando el
espionaje, la persecución militar y las compra de conciencias. Mujeres
dedicadas al mundo del espectáculo, que han conseguido una vida acomodada en un
entorno social marcado por la miseria representan la frivolidad, la incapacidad
de plantearse ideales más altos que los del lujo, lujo adquirido incluso a
costa de la traición a amigos y amantes. Pero por otro lado el surgimiento de
personas con ideales y con el sueño de un futuro mejor para ellos o para sus
hijos también aparecen en esa situación tan excepcional que es la guerra y la
ocupación. En este segundo sentido, la
fuerza de resistencia surge de una fe que tiene halos religiosos, aunque esté
presente en personas que son ateas y comunistas. Se trata de la fe en la
libertad y en un mundo mejor.
En
este contexto, la figura de Don Pietro, un sacerdote católico, tiene un papel
central. Es un cura que colabora a la resistencia y que comprende dos cosas
importantes: la fe no es exclusiva de los creyentes, y su tarea consiste en
fortalecer la fe que los no creyentes tiene en sus ideales y esperanzas. Es por
ello que los líderes de la resistencia ven en él un hermano en la fe. La
segunda cosa que comprende es que Dios no distingue entre ateos y católicos,
sino que está del lado de los que luchan por la justicia. En uno de los
diálogos más importantes del film Don Pietro aclara al máximo mando alemán, que
lo ha tomado prisionero que Dios está por encima del poder de de las fuerzas de ocupación alemanas, por más
de que éstas se encuentren reconocidas por los pactos internacionales vigentes
en la época. Ella es la razón que el sacerdote apoya a una persona que desde el
punto de vista de las fuerzas de ocupación militar es considerado como un
subversivo, un atentador del orden público y un enemigo de los ciudadanos. Al
contiempo destaca la figura de otro general alemán, que al ver cómo los
alemanes han estado sembrando muerte en su expansión queda convencido que la
raza alemana no es superior en ningún sentido. El alto mando comandante alemán,
que interroga a Don Pietro, confiaba en que los italianos, por ser una raza
inferior, hablarían fácilmente ante la tortura, pues sólo los alemanes son
capaces de resistir, pero los hechos desmiente su creencia. La teoría de la superioridad de razas se va
al traste frente a las evidencias: los italianos son capaces de callar ante la
tortura y los alemanes muestran su debilidad al convertirse en generadores de
muerte.
Roma
ciudad abierta es, sin duda, una de las grandes películas del cine mundial.
Ella muestra de lo que somos capaces los seres humanos ante situaciones
excepcionales y de violencia radical. En esas situaciones no sólo saltan a la
luz nuestras debilidades y nuestras ambiciones mezquinas, sino nuestras
fortalezas fundamentadas en la capacidad que tenemos de cultivar ideales y
esperanzas. Se trata de una película que apuesta por la fe en la humanidad, a
pesar de todo.
Etiquetas: Einsenstein, la condición humana, Neorrealismo italiano, ocupación nazi en Roma, Paisá, religión y fe, Roberto Rossellini, Roma ciudad abierta
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio