en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

domingo, 23 de junio de 2013

ROSSELLINI Y EL SENTIDO DE LA VIDA (PRIMERA PARTE)

                 
   
                    Uno de los problemas que los seres humanos tenemos que enfrentar es el del sentido de la vida, aunque no está para nada claro el que ella tenga sentido a priori.  Muchas personas lo van articulando a lo largo de su vida abrazando creencias religiosas o pasiones políticas. Otros utilizan otros elementos para darse sentido a sus vidas.
                El psicólogo Viktor Frankl ha intentado señalar que las creencias religiosas pueden ofrecer sentido a la vida en momentos de crisis, pero esa visión es cuestionable. Cuando se desvanecen los elementos a partir de los cuales nuestra vida ha adquirido sentido, éste salta por los aires como si una carga de dinamita le hubiese estallado bajo los pies. Rossellini encontró que la guerra, como fue la Segunda Guerra Mundial desarticuló el sentido de la vida de muchas personas, tanto entre los que la perdieron como entre los que la ganaron. La experiencia de la guerra fue tan importante para Rossellini que no le bastó con hacer una película, sino tres sobre el tema: Roma ciudad abierta, Paisá y Alemania año cero. E incluso, en la siguiente película, Stromboli, el motivo de la guerra y la consecuente pérdida de sentido de la vida tienen un lugar central.
                En Roma, ciudad abierta los personajes tienen diferentes actitudes respecto del sentido de la vida. Los partisanos italianos, especialmente Giorgio y Francesco, constituyen el sentido de sus vidas en torno al combate contra el nazi invasor, y sus aliados fascistas. En un hermoso discurso Francesco le dice a Pina, su prometida, que el motivo que los mueve en esa lucha es la libertad que no puede no venir, que está seguro que podrá ver arribar con sus propios ojos. Giorgio, inspirado por ese sentido es capaz de soportar la tortura y no hablar ante el interrogatorio nazi.  Don Pietro, un sacerdote católico, que colabora con la resistencia, encuentra el sentido en una fe que lo conduce a apoyar la lucha de un pueblo oprimido. Si bien los Nazis le indican que aquellas personas que apoyan son subversivos que delinquen al oponerse a orden establecido por una potencia ocupante reconocida por los tratados internacionales, Don Pietro sostiene que el imperio de Dios es mayor en legitimidad que el de las fuerzas de ocupación alemanas.
En otro momento de la película, vemos a sacerdote intentando responder a una pregunta que Pina le formula. La pregunta es una que le han formulado varias veces y es la siguiente: “¿Cristo no ve lo que está sucediendo en la guerra y por eso no interviene?”.  Don Pietro ensaya una respuesta que pueda ser entendida por Pina, y le dice la guerra es producto de nuestros errores y debemos asumirla como lo que nos corresponde parar por estos errores. Pero, si tomamos en cuenta el compromiso del cura, la respuesta completa sería la siguiente “Dios no es quien castiga los errores por medio de la guerra. La guerra no es un castigo divino, sino que tiene causas concretas en la lucha entre las potencias mundiales de entonces y lo que debe hacerse es tratar de enfrentar la situación con la mayor entereza posible”. De hecho, Don Pietro entiende que Dios lo coloca como un instrumento para asistir y colaborar a las personas que se enfrentan a las fuerzas de ocupación.

Pero no todos logran articular el sentido de sus vidas  con ese grado de eficacia. Las jóvenes bailarinas italianas entienden que lo que deben hacer todo lo posible para sobrevivir crítica y aferrarse a aquello que pueda brindarles el máximo bienestar y lujos en ese contexto. La droga y los lujos que consiguen les permiten ocultar ante su mirada la pérdida de sentido que tienen sus vidas. Una de ellas revela su situación al declarar en un momento que ella no ama a nadie, y posiblemente ni a sí misma; razón por la cual no han logrado articular el sentido de sus vidas.  Algo similar ocurre con los altos mandos alemanes que encuentran en la teoría de las razas superiores y la posición de dominio el sentido de sus vidas. La teoría incluye la creencia de que los alemanes son los únicos que son capaces de callar frente a la tortura. Pero todo parece caer cuando encuentran que los italianos –una supuesta raza inferior, es capaz de resistir a los sufrimientos propinados por sus torturadores. Esta constatación es complementada por otra aún más radical y que despedaza el sentido de la vida de los propios generales alemanes. La constatación es tan radical que sólo se puede formular cuando se está ebrio: los alemanes no pueden ser una raza superior porque todo lo que han sembrado a su paso es muerte. Esa constatación es tan radical que lo único que queda es tratar de ignorarla y enfadarse con los otros. 

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