en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

domingo, 1 de septiembre de 2013

SIGO SIENDO - KACHKANIRAQMI


            El documental peruano estrenado hace unas pocas semanas es algo de lo mejor que se ha producido en este país para el cine. Sigo siendo hace un recorrido por el Perú a través de la música y el agua.  Pero no es una película sobre la música sino sobre personas y, especialmente, sobre un país diverso y rico. Se trata de una reflexión muy particular sobre el Perú a través de la música y sus músicos. En ese sentido no es casual que Corcuera la sitúe bajo el patronato de José María Arguedas. Arguedas mismo pensó este país a través de la literatura y la música. No fue solamente un antropólogo sino que su interés por la música y la literatura era vital.
            El agua, la música y Arguedas constituyen el hilo conductor de una película que sabe que no es para la gran taquilla. Y con ellos, la memoria. Desde la selva hasta la costa el Perú se encuentra atravesado por el agua, desde el Amazonas hasta los ríos que desembocan en el océano. Se trata de agua que fluye y que en el río, la laguna, el riachuelo o el mar, el agua sigue siendo en el sentido que pasa y sigue pasando, y el río sigue siendo, y el mar sigue siendo. La laguna sigue siendo. La música y los músicos también siguen siendo, en el sentido de la perduración de las formas y costumbres musicales.
            El violinista Máximo Damian es uno de los personajes centrales. Conectado con Arguedas, seguimos su recorrido de Lima a Chincha y después a Ayacucho. Así, el violín andino se convierte en uno de los elementos predominantes. Pero como la memoria está siempre presente, resulta inevitable que en Ayacucho se recuerde los años del conflicto armado interno y a los muertos. En ese contexto, la expresión KACHKANIRAQMI adquiere su tenor particular, pues es la manera en que se saludan dos personas que hace tiempo no se ven en quechua chanca. Es la manera de anunciar que siguen vivos, que no fueron una de las víctimas de la violencia. Pero como Arguedas lo retrata bien, violencia y muerte en el ande siempre hubo, aunque lo que sucedió entre los 80 y 90 sobrepasó toda imaginación.

            Pero también es algo que no se quiere mirar. Sucede con esta película algo particular, pero no extraño. No llena los cines. No es de taquilla sino de arte. Pero además tiene algo que no se quiere mirar. Se trata del Perú que no quiere mirarse. Como la Italia de postguerra que no quería mirarse a sí misma pero que dio a luz el neorrealismo italiano iniciado por Rossellini. Probablemente dure muy poco en los cines. No tiene, pues, la “chispa criolla” de Asu mare. Tal vez resulte muy caviar y poco neoliberal. Si bien la película de Alcántara invoca a la memoria, no tiene como objetivo la reflexión sobre la memoria. La memoria allí es un recurso para otra cosa: la risa. Corcuera, en cambio, apunta a la memoria misma, porque la finalidad es la constitución de la identidad compleja y apunta a la construcción de un proyecto.  Además, la belleza de la fotografía, la fidelidad del sonido, el cuidado y el trabajo completan el gran aporte de este trabajo: reflexionar sobre el Perú a través de la música. A la saga del trabajo de Arguedas, y de muchos otros, Sigo siendo será un material valioso. Muy valioso.

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