TORO SALVAJE
Una
de las mejores películas de Martin Scorsese es Toro Salvaje (1980). En ella se
relata la historia Jake La Motta, un boxeador de peso medio de los años 40 y 50
que vive la frustración de no poder pelear la corona de los pesos mayores. El tamaño
pequeño de sus manos son un indicio de que no logrará jamás realizar su sueño
de ser el más grande. La película de Scorsese es una pieza maestra del trabajo
de la frustración. Ésta, conjugada con un temperamento explosivo y con la
obsesión de querer lograrlo todo por sí mismo, sin la ayuda de nadie, terminan
al personaje a la destrucción, como a Ricardo III de Shakespeare, con cuya
mención inicia la película “Mi reino por un caballo”. Podríamos decir que La Motta
sabe muy bien que no perderá su reino porque nunca conseguirá a causa de la
contextura que la naturaleza le ha proporcionado.
La
propuesta de Scorsese es que la sólo es posible aceptar la frustración por
medio de la serenidad. No es casual que la película inicie y termine con el
intermezzo de la Cavalleria Rusticana de
Mascagni, un himno a la serenidad antes de la muerte de Turidu
(Salvatore). La frustración es una
experiencia humana universal. Kant sugiere que el pensamiento en el ser humano
es hijo de la frustración. El hecho de no poder realizar lo que el deseo anhela
hace surgir el pensamiento y hasta podría hacer surgir la reflexión de amplio espectro.
Las limitaciones con las que nos encontramos por nuestra contextura física y psíquica,
la misma limitación que supone nuestra mortalidad, los fracasos y caídas generan
en nosotros frustraciones. Pero la frustración misma hace despegar en nosotros
el uso de la razón que puede llegar a desarrollar cultura, desapego y amor. La
inteligencia y la cultura humana es un modo de enfrentar la frustración. Pero el
otro camino es la rabia. Tal vez suceda que mientras que la inteligencia, la
cultura y el amor son maneras de superar la frustración (superar, en el sentido
hegeliano del término, es decir, no eliminándola, sino enmarcándola en un
contexto más amplio), superación que no busca eliminarla, la rabia es el
esfuerzo por combatir la frustración, sin aceptarla.
La
Motta conduce su frustración hacia la rabia sadomasoquista, los celos sexuales
y un brutal apetito con lo que termina destruyendo sus dos matrimonios. Su
hermano y mánager Joey trata de ayudarlo a lidiar con su temperamento, pero no
tiene un éxito completo en su empeño. La frustración conduce a Jake a la
destrucción, incluso, de su propia carrera, perdiendo las peleas adrede. Pero
en eso trata de mantener su pundonor motivado por la rabia misma: pierde, pero
jamás lo derriban. Se atrinchera entre las cuerdas con ferocidad y estoicismo,
y al final de la pelea le grita a su vencedor: “no me has derribado”. Y
ciertamente es así, porque él mismo ya lo ha hecho. ¿O, acaso es posible
derribar a alguien que ya está en la lona?
Etiquetas: boxeo, frustación, Jake La Motta, Martin Scorsese, rabia., Toro Salvaje
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