He ingresado en el centro de tu reino,

He ingresado en el centro de tu reino,

Allí donde habita tu corazón palpitante
Y tu palabra silenciosa.


He ingresado al mundo en que gobiernas
Con leyes de amor, odio y consternación,
Como araña que espera pacientemente que una presa
Se encuentre atrapada hasta asfixiarse.


He vuelto de ese, tu mundo, tu reino,
Tu trampa mortal;
He vuelto de revés
Y ahora me encuentro arrastrándome entre paredes
De ciudades oscuras, nocturnas y desiertas,
Implorando, con mi lamento,
Golpeando el silencio de mi boca contra el aire
Y hablando a las banderas muertas de mi alma.

Cuando llegue el momento de tu muerte
Las violetas dejarán caer sus pétalos silenciosa y delicadamente
Sin hacer ruido
A fin de permitir que el llanto se despliegue
En el torrente que desde ya ha comenzado
En lo más profundo de la tierra.
Aquél día comprenderé que tu mano
aún busca la mía con tristeza profunda

Tu muerte no será un evento natural,
Sino que un rayón en el vidrio y un garabato
Escrito sobre una hoja transparente,
Una marca en mi mano que aún busca tu mano
Al llegar a casa,
Mano perdida que se lleva consigo las hojas
De todas las violetas.

El capitán ha muerto y una tierna sonrisa nos ha dejado,

Ha abierto la jaula de sus manos

Y estas volaron silenciosamente por un horizonte

Que la luz no consigue dividir.

En capitán ha dejado su bastón y su bata en el lugar de siempre,

Y desde ellos brota una mirada nostálgica

Como una palabra disuelta en el océano.