en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

lunes, 20 de octubre de 2008

un beso azul a los lectores de este blog

Tú que lees este blog
qué sabes de este fuego en llamas que se incendia
sigilosamente
como la muerte que viene a paso lento
masticado la chiccoria

Tú, navegante de la blogósfera,
que no insultas por coraje
ni maldices tu suerte más que yo
¿has tocado el cielo con las manos, acaso,
y el infierno con el má meñique
de los dedos de tus piés?
¿has contado los anillos que trae la muerte?

No soy más que un fantasma, un vampiro,
que entre los vivos deambulo
que murmura-calla-ladra
¿podrán acaso los poetas de ayer
preguntarnos porque no cantamos margaritas?
¿nos preguntaraán acaso
por qué tenemos tan solo besos azules
bajo el agua?
¿podrán preguntarnos a ambos
si igualmente somos..?

domingo, 12 de octubre de 2008

Come soffrendo tutta l´ umantá,
nascosto,
in un solo cor fragile,
ricordo parole che mai senso portano
quando si ha la pelle accanto
a questo sordo dolore.

Muta, ogni parola, passa
e non resta propio niente.
Solo il silenzio delle cose,
solo il buio nel cuore;
buio nel buio.

jueves, 9 de octubre de 2008

No estrechéis esa mano
(Cernuda).

Per tutti la morte ha uno sguardo
(Pavese)

Entre las sombras, los dedos,
la cerilla encendida,
entre el paso nocturno
se encuentra mi hálito, mi memoria,
andando parejos
sobre la sabbia en una noche de Agosto
cuando el aire lleva del arrabal a la encinael beso helado, infinito.

No beses esos labios que se abren
para pronunciar tu nombre
que son como la muerte que llama
somnolienta
esperando por ti, por mí.

domingo, 5 de octubre de 2008

La cucaracha alquimista


Todos conocemos a Martina, la cucaracha. Pero pocos conocen a su tatara-tatarabuela, quien también se llamaba Martina. Una vez un historiador amigo mío, revisando unos archivos requeteviejos acerca de un castillo medieval de la Inglaterra tuvo noticia de la existencia de esta Martina medieval, dándose con la sorpresa de que se dedicaba a la práctica de la alquimia. Yo había escuchado que en esa remota época algunos hombres, llamémoslos científicos, buscaban el modo de poder convertir los metales en oro, pero nunca había escuchado de ninguna cucaracha que se dedicara a ello.
Grande fue mi sorpresa cuando mi amigo, regresando de su viaje a dicho castillo, me contó que esta cucaracha practicaba una alquimia en algo extraña. Ella no buscaba el modo de convertir metales en oro sino el antídoto contra el DDT. Mi amigo me dijo que había encontrado el cuaderno de apuntes científicos de esta exótica cucaracha donde cuenta cómo accedió a una parte de los manuscritos de las profecías de Nostradamus que se perdió entre los siglos XVII y XVIII, posiblemente durante la guerra de las Dos Rosas. En dicho manuscrito de Nostradamus se consigna la profecía de que en el siglo de las grandes guerras mundiales los hombres inventarían un veneno mortífero contra las cucarachas.
Con una seriedad científica y un amor por su especie (fenómeno similar a la filantropía) la impresionante Martina, enterada de la que conocemos, dedicó su vida entera a la búsqueda de dicho antídoto, anotando los avances y retrocesos en sus investigaciones. Una lista innumerable de elementos extraños y desconocidos, y de combinaciones inimaginables.
Nuestra cucaracha ponía una E delante de muchas de las fórmulas. Mi amigo me contó que en una de las páginas de este raro manuscrito encontró una nota muy iluminadora, encabezada por el viejo dicho latino “Errare humanum est” y debajo decía que ella había anotado las fórmulas erradas también porque son parte importante de la investigación.
Días después pregunté a mi amigo si esta sabia cucaracha llegó a encontrar el antídoto que buscaba. Me dijo que no lo sabía con seguridad pero parece que sí. Lo que ocurre es que desapareció la última hoja, pareciera que alguien la arrancó no se sabe por qué motivo. Pero se habrá dado cuenta usted que en nuestros días el DDT existe y las cucarachas no han desaparecido, es que su organismo, por un mecanismo de adaptación al medio, desarrolla automáticamente el antídoto a los venenos. En realidad tanta investigación no era necesaria. ¡Pobre Martina!.

Y no sólo eso, sino que han inventado el radar, la célula fotoeléctrica, el automatismo, los reflejos condicionados y la catalepsia preventiva, todo por vivir en los albañales de una gran ciudad durante una gran civilización.