en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

domingo, 18 de agosto de 2013

ESTRÓMBOLI, TIERRA DE DIOS

         Estrómboli es una isla ubicada al sur de Sicilia y alberga un volcán, del mismo nombre, que se encuentra constantemente activo. En esa isla – que se encuentra habitada – Roberto Rossellini filmó una de sus películas. Stromboli, terra di Dio (1950) relata la historia de Karin –una exiliada lituana en Italia después de la Segunda Guerra Mundial-, protagonizada magistralmente por Ingrid Bergman. Al fracasar su intento de emigrar a Argentina, Karin decide abandonar el campo de exiliadas aceptando la propuesta de matrimonio que Antonio – un soldado italiano, que había regresado de un campo de prisioneros en el África- le hace. Después del matrimonio Antonio lleva a su mujer a vivir a Estrómboli, su tierra natal. Allí Antonio tiene una casa y a sus amigos. Estrómboli resulta ser para Karin, una mujer refinada, una isla peculiarmente desesperante. Se trata de una isla de pescadores de la cual quien puede trata de huir,  pues ella no ofrece las condiciones de vida que una persona esperaría. Periódicamente el volcán erupciona y los habitantes deben de refugiarse en el mar, usando las barcas de los pescadores.
            La película se centra en las vivencias de desesperación de esa mujer joven Lituana que pasa de un campo de exiliadas a una isla que es para ella un campo de exilio. Karin es una mujer bella y de cierta sofisticación en sus modales, que estaba acostumbrada a sortear la vida gracias a su belleza. Pero  en Estrómboli se encuentra al lado de un pescador rústico y en medio de una población que además de rústica se encuentra resignada a su suerte. En esas circunstancias, Karin despliega sus recursos para poder sobrevivir. Busca consejo al párroco del pueblo, e incluso intenta seducirlo para conseguir el dinero que le permita salir de allí. Confiando en que Antonio está trabajando duro para poder llevársela a otro lado, ella intenta hacer de su casa acogedora y darle un toque artístico. Pero sus gustos, sus modos y costumbres entran en conflicto con Antonio y con los lugareños. Antonio, de un catolicismo arraigado, insiste en mantener en casa imágenes religiosas que Karin  detesta. Las mujeres del pueblo la consideran prostituta por sus modales liberales. Puesto que Karin encuentra en la prostituta del pueblo la única amiga, razón por la cual los lugareños la juzgan como infiel. La situación conduce a Karin a tratar de seducir a un hombre que podría servirle para escapar de allí, se trata del guardián del faro. Del otro lado del volcán hay una población que tiene condiciones de vida mejores y los medios para conducirla al continente. Karin procurará llegar hasta allí atravesando la isla y pasando al lado del volcán.
            El volcán resulta ser una presencia omnipresente en la isla. En realidad se trata del Dios de la isla. En este sentido la película incluye una reflexión religiosa que se encuentra también en otras películas de Rossellini (como Roma, ciudad abierta, Paisá y Alemania año cero). Estrómboli es tierra de Dios porque es la isla del volcán: Pero además lo es porque es la tierra en la que Dios pone a prueba a los habitantes. Los habitantes deben de enfrentarse a la naturaleza para poder sobrevivir, por ello deben de sacar del mar sus alimentos en una lucha cruda con los enormes atunes de la zona. Además, cada cierto tiempo el volcán, al erupcionar, destruye casas y sembríos. Estrómboli es la tierra en la que Dios pone a prueba la fortaleza de las personas, al igual que lo hizo la Segunda Guerra Mundial.

            El formato neorrealista de la película fortalece a narración y la descripción de las vivencias de los lugareños. Pero en esta película Rossellini decide arriesgarse exitosamente en hacer un film neorrealista de orientación psicológica. El eje central es la vivencia interna de Karin, quien prisionera en la isla por las circunstancias y a causa de sus elecciones, vive su permanencia allí como un volcán a punto de erupcionar. En ese contexto, esa mujer joven que se sabe diferente, emprende la búsqueda de la paz. Se trata de una búsqueda religiosa en la cual se encuentra con un Dios omnipresente, carente de piedad y lejano, así como el volcán. El camino que Karin emprende, entonces, es caminar hacia la boca del volcán, para poder pasar al otro lado de la isla y huir de ella. Pero ese asenso resulta tortuoso, hasta que de noche, ya en la cima, la contemplación del cielo estrellado la conecta con una fuente de paz y se queda dormida. Al despertar los rayos de sol caen con suavidad sobre su cuerpo reposado y adquiere una nueva perspectiva: encuentra bello lo que está viendo y experimentando. El subir hacia la cima del volcán la conecta con el Dios de la isla, lo cual le da un punto de vista diferente que le otorga larte de la paz interior que estaba buscando.   

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jueves, 8 de agosto de 2013

Dr. Hause

            Desde hace varios años no veía una serie de televisión, pero desde hace unos meses me enteré de DR. Hause. Bueno, “me enteré” es un decir. La serie llamó mi atención y decidí ver los primeros capítulos hasta que ahora estoy terminando la tercera temporada, a punta de un seguimiento disciplinado. Sé que se ha comentado y escrito sobre la serie y tal vez no haya nada nuevo que decir sobre la serie misma. De modo que en vez de hablar de ella diré por qué me ha llamado la atención. Lo haré, entre otras cosas, como un modo de colocar ante mi propia conciencia qué es lo que me atrae del personaje.
            Lo primero que captó mi atención es el foco de interés: el diagnóstico. Éste aparece en la serie como una confluencia de conocimiento médico, imaginación, conexión de ideas y experimentación. Un cóctel de facultades y operaciones mentales que hace interesante el asunto. El arte de la adivinación y el riesgo osado. Para llagar a resolver el acertijo del diagnóstico se realiza experimentación y exploración riesgosa, como allanar la casa de los pacientes o radicalizar sus síntomas, para que una pista salga a luz. Esa práctica tiene un trasfondo poético, pues la poesía justo involucra inteligencia, imaginación, ensayo, exploración y riesgo, entre otras cosas, claro está. La poesía es el arte de diagnosticar. Curiosa metáfora. Se trata, en efecto, de una exploración que busca sacar a luz algo, que no es necesariamente el poema sino una vivencia. Capturar el instante para eternizarlo y devolverlo al mar de los instantes. El poema es un síntoma que conduce al diagnóstico. Eso no quiere decir que la poesía misma sea terapéutica, sino lo es la exploración que implica.

            Hause es un médico que es paciente. O podríamos ponerlo de esta manera, se trata de un paciente que ha logrado graduarse de médico y que está permanentemente en el Hospital. Claro, también trabaja allí, diagnostica, etc. Pero también es un paciente, y no me refiero al dolor en la pierna ni a su cojera, ni a las drogas que ingiere. Se trata de alguien que está herido internamente, lo que nubla su capacidad de percibir impersonalmente los casos que trata, pero es, al mismo tiempo bastante lúcido. Sus apreciaciones filosóficas sobre la vida y la gente se encuentran conectadas con ello. En eso se parece a todo filósofo. ¿O acaso creían que las argumentaciones y las posiciones filosóficas se encuentran desconectadas de las locuras de la humanidad? Pero decir que Hause es un paciente no es decir que esté enfermo, en el sentido de tener alguna anormalidad, porque ello nos conduce a la trampa de lo normal. Y lo único normal es lo anormal. Entonces, lo que tenemos aquí es a la humanidad en su condición y transformaciones. No tenemos a un médico ni a un paciente, sino una persona cono Ud. y yo, que muestra su interioridad. Tal vez sea eso lo que más me conecta con Hause: su interioridad. Sobre ella no quiero decir nada (no me da la gana), pues es algo que cada uno debe descubrir. 

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