en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

viernes, 18 de octubre de 2013

¿Por qué la gente llora?

            “No amarás” es junto con “No matarás” las dos películas del decálogo de Krzysztof Kieslowski que fueron convertidas en largometrajes. Cada una de las películas del decálogo se relaciona con uno de los diez mandamientos. “No amarás” es una película brillantemente poética en la que con pocos recursos económicos se explora la vivencia del amor de un joven (Tomek) de 19 años por una mujer (Magda) que ha pasado los treinta años.
            Mientras él la espía por su ventana y observa su vida sexual insatisfecha, se enamora perdidamente de ella. En ese estado construye situaciones para acercarse a ella a fin de poder verla y hablarle. Tanto es así que consigue una cita con ella. Pero ella, vacía de espíritu, no comprende que el amor es algo más que el fluido de los genitales. Ella ha hecho abstracción de todos los aspectos simbólicos y sentimentales del amor. La vida la ha colocado en la situación de interpretar el amor sólo como un juego de seducción. Tomek, en cambio, experimenta el otro lado del amor. Para él, tener relaciones con Magda no son suficientes para la vitalidad de su amor.  La idealización juvenil del objeto amado no le permite comprender que el acto físico es un momento de la dialéctica del amor. Ambos tienen visiones unilaterales e incompletas del amor.

            Pero en el momento del acercamiento más próximo entre ambos, en el departamento de ella, se produce una ofensa moral decisiva. Ella le manifiesta que el amor se reduce a la secreción y él sale corriendo del departamento. Llegando a casa se corta las venas en un intento fallido de suicidio. Aunque el recurso es trillado ha sido tan bien trabajado por el director que encaja perfectamente en la poética del film, igual que la fotografía, los diálogos y la música de  Zbigniew Preisner.

                Uno de los momentos más interesantes es cuando Tomek le pregunta a la mujer de la casa donde vive ¿por qué la gente llora? Ella le responde ¿No sabes? ¿Nunca has llorado?. E inmediatamente le dice que uno puede llorar por muchas razones, especialmente cuando siente frustración. La pregunta no es casual, pues la noche anterior él había visto a Magda entrar a su departamento llorando, coger una botella de leche y derramarla incidentalmente sobre la mesa. Luego ella se sienta a la mesa, dando la espalda a la ventana (y al telescopio que usa Tomek) y llora desconsoladamente. Magda, por su parte, al sentir que había ofendido al joven y, después al enterarse de lo sucedido con él queda enganchada afectivamente a él. Lo busca con desesperación. La escena final es magistral. Ella se ubica en la habitación de Tomek y ve su departamento a través del telescopio. Entonces se ve a sí misma llorando desconsoladamente. Se repite la escena de la leche derramada. Ella asume la perspectiva de él y queda viviendo sus sentimientos.

 


 http://www.youtube.com/watch?v=YMGLaBHPMq4

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viernes, 4 de octubre de 2013

EL VIAJE DE REGRESO

            


               Un tema recurrente en la literatura griega, desde la Odisea de Homero, lo constituye la idea del viaje de regreso. El retorno a la patria o a la polis a la que uno pertenece. El regreso resulta una gran ser una gran impronta que ha marcado incluso el cine griego en la película La mirada de Ulises, en el que se recorre la Europa del siglo XX, una Europa devastada por las guerras. Pero, tal como señala Kavafis, el camino de regreso es más importante que la llegada misma al destino final. Es el camino de regreso el que nutre al viajante. Por esa razón el poeta griego del siglo XX señala que si al regresar a Ítaca, la encuentras devastada, no debes pensar que ella te ha decepcionado, pues ella te brindó tal maravilloso viaje.
                En el idealismo alemán es quizás Hegel quien, en su Fenomenología del Espíritu expresa en las categorías filosóficas más completas la experiencia del regreso. La conciencia es arrancada de sí misma para salir hacia el mundo a través de la ayuda de los conceptos para volver a sí misma enriquecida y apertrechada de un conjunto de herramientas y experiencias que le permiten comprenderse con mayor plenitud. Este proceso es, sin duda, doloroso, puesto que la conciencia debe de abandonar sus certezas primeras y rudimentarias para enfrentarse a aquella experiencia de ser constantemente desmentida en el recorrido del viaje. Igual que Odiseo, la conciencia ingenua desafía a Poseidón y este acto condicionará fuertemente su suerte. Lo que Hegel presenta como constitución de la conciencia y el mundo espiritual  vale, mutatis mutandi, para la configuración de consolidación de los sentimientos de la persona. La vida interna de una persona supone una salida y regreso a sí mismo. En esa salida se experimentan   sentimientos, dolencias y alegrías que por medio de la reflexión son procesadas, en la medida de lo posible. Dicha reflexión es en proceso de retorno a casa, al mundo interior, para explorarlo y articularlo.

                Pero la experiencia social también significa este proceso de retorno. Los migrantes que de una u otro modo regresan a su tierra o la experiencia frustrante de los desplazados debido a procesos de violencia interna. En este segundo caso, la no posibilidad de volver genera un desgarro interior que debe ser considerado por la sociedad y exige reparación.

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