en tus huellas dactilares el silencio habita

en este espacio quiero compartir con todos mis creaciones literarias, que me vienen acompañado varios años

martes, 30 de agosto de 2011

Constantino Carvallo

Hoy encontré un libro de Constantino Carvallo en una librería de Lima. La figura de Constantino me llamó la atención desde que lo conocí en la maestría de filosofía en la PUCP. Especialmente lo particular de sus apreciaciones e intervenciones: una enorme capacidad de anclar temas filosóficos y universales en medio de sus experiencias particulares, como educador y persona. Una gran capacidad de integración. En esos años me llamó la atención sus comentarios positivos a una exposición que hice sobre la Paz Perpetua de Kant (de hecho, el texto de Kant me viene acompañando desde esos años hasta hoy, en la tesis de licencia y en mi curso de filosofía del derecho).

Antes había leído sus reflexiones sobre la educación: inconclusas, puntuales, abiertas, rotundas. Un libro difícil, muy difícil para mí, acostumbrado a un lenguaje distinto. Me tomó tiempo leerlo y siento que necesito releerlo. Ahora tengo entre manos un libro sobre cine y otras reflexiones que es aún un fantasma que gira por mi mente, como nutriendo a priori una imaginación prolífera. Inteligencias tan personalísimas y chispeantes se convierten en un reto para mi capacidad de integrarlas a mi vida. Es necesario dedicarle tiempo y tener paciencia para realizar esta integración. Sus pensamientos son engañosos, pues parecen fáciles de asimilar porque son cortos. Pero, en realidad pienso que se tratan de un mar en tormenta en los que hay que cogerse fuertemente de las cuerdas del barco para no sucumbir. Fuerza e intuición. No basta con leerlos para asimilarlos, digerirlos, hacerlos propios y partes de nuestra vida, para poder reedificarse a partir de ellos. Se necesita tiempo, contacto con el texto, reflexión.

Creo que en el Perú no hemos sacado aún las conclusiones de lo que significa para nuestra cultura la obra y la reflexión de Constantino, un hombre que murió aún joven. Sobre Hubert Lanssiers sucede lo mismo. Otra persona excepcional, difícil de asimilar y de nutrir el espíritu de él. Carvallo y Lanssiers no pueden convertirse sólo en gestadores de obras que dejan huella en sus seguidores en esas obras e impresionan a quienes toman conocimiento de ellos. No sólo deben ser parte del caudal material de nuestro acerbo como cultura, sino que deben nutrir nuestros espíritus.

Es evidente que a esta altura, el lenguaje me traiciona y no me basta, no lo alcanzo.



Etiquetas: , , , , ,